"Todo comienza con Dios" - Reflexiones para maestros cristianos

¿Has pensado alguna vez que Dios es el centro del proceso educativo?

Name:
Location: chiclayo, lambayeque, Peru

Martín cabrejos Fernández.

Sunday, October 15, 2006


"Es una gran bendición
poder contar con buenos maestros
hombres y mujeres dispuestos
a SER y HACER
En el Nombre de JESÚS"

Wednesday, October 11, 2006

A manera de introducción


“Todo comienza con Dios”. No solo es un título sugerente, es una verdad y, por lo tanto, confronta, interpela, compromete.
Como maestro he podido notar que el éxito de mi magisterio depende de mi apego a la verdad. Es una vocación especial la nuestra: Capacitamos para hallar la verdad, informamos y cuestionamos en procura de esa luz hermosa al final del camino, pero no siempre estamos dispuestos a hacer de la verdad un estilo de vida. Queremos que otros lleguen a la verdad por nosotros pero no les damos la oportunidad de verla reflejada en nosotros. Solo la verdad hace libre al maestro. Maestros libres, estudiantes y escuelas libres.
Una experiencia que marcó mi vida ocurrió cuando a los dieciséis años y a punto de iniciar mis estudios universitarios comenté a mi padre el anhelo de mi corazón por llegar a convertirme en maestro. El me miró fijamente a los ojos y, como ignorando mi deseo, me dijo: “¡Tu debes ser un árbol de vida!”.
Por años traté de descifrar su mensaje y pronto descubrí en la lectura de la Biblia que se llama así al hombre que pone su confianza, su intelecto, sus habilidades, su vida entera en manos de Dios y a su servicio.
Un árbol de vida crece aun en el desierto, sus raíces son profundas y pueden llegar a duplicar su tamaño exterior, hasta un árbol de vida llegan las personas en busca de sombra o de cobijo, sus raíces húmedas refrescan al sediento… un maestro es un árbol de vida.
He cometido a lo largo de mi vida magisterial muchos errores, algunos de ellos muy graves, he recorrido algunas escuelas dejando buenos o malos recuerdos, he tenido también aciertos, he logrado victorias para otros imposibles, he trabajado en la carencia y en la abundancia. He constatado lo mejor y lo peor de mí.
Solo una sola cosa es cierta: Dios estuvo siempre a mi lado, su llamado era claro. Al comienzo lo rechacé, después lo acepté tan solo de palabra, hablé de El, hice cosas por El, aconsejé dirigirse a El, pero me faltó carácter y muy pronto entendí que la fe sin carácter es mediocre y presenta una sombra de Dios que aleja pues desconcierta.
Hoy en día la obra que El mismo inició la va perfeccionando, no busco tu respeto o tu admiración, deseo que respetes, ames y consideres a aquel de quien viene todo y hacia quien van nuestras vidas al final de los días.
Piensa en Jesús, en su magisterio, en su compasión por sus ovejas, en el amor a su Padre, en la seriedad y responsabilidad de su trabajo, en su poder… Sí debes pensar en su poder. Obra en El, da lo mejor de ti siempre. Haz las cosas para agradarle. Que nunca te importe lo que digan los demás de ti. Es más importante lo que Dios dice de ti.
Lee y practica, ora y obra por fe en medio del mundo, en tu escuela y entre tus alumnos. ¡Marca la diferencia! ¡El mundo necesita de ti!.

Martín Cabrejos
autor del libro
"Todo Comienza con Dios"
“Señor toma mi vida nueva
Antes de que la espera desgaste años en mí
Estoy dispuesto a lo que quieras
No importa lo que sea tu llámame a servir
Llévame donde los hombres
Necesiten tus palabras
Necesiten más ganas de vivir
Donde falte la esperanza,
Donde falte la alegría
Simplemente por no saber de ti”
(Canción misionera)

La voz del maestro


“Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen”
Juan 10,14
Ver cada día a mis pequeños o jóvenes estudiantes me hace pensar en la gran responsabilidad que Dios ha puesto en mis manos. Jesús mismo miraba a la gente de lejos y sentía una gran compasión pues parecían ovejas sin pastor.
S e identificaba con ellas plenamente, era partícipe de sus necesidades. Las observaba y lo hacía con amor, con un amor más fuerte que las emociones, más fuerte que los sentimientos; con un amor que meditaba en el compromiso de su humanidad terrena para con su futuro. Las veía y no podía visualizarlas de otra forma. Las veía proveídas de buenos mensajes, de vida en abundancia, de sanos cuerpos, mentes y espíritus.
Quiero ver a los míos así, como ovejas, como las personas a quienes Dios consideró en su sabiduría poner a mí cuidado… ¡Que gran responsabilidad!.
El las puso en mis manos tal como son, no es su deseo que yo haga lo que quiera, El quiere que me deje guiar, que me de cuenta que también yo nunca dejaré de ser su oveja.
No se trata solo de apacentarlas, se trata también de usar una vara para alejar los peligros de sus vidas y un callado para jalarlas hacia el redil cuando por curiosas se alejen.
Ser pastor de aquellas ovejitas es la razón de mi vocación, les hablo y reconocen mi voz. No deseo que solo la reconozcan, deseo también que les inspire seguridad, deseo también que se sepan guiadas por ella, anhelo que confiadamente la sigan.
No se trata del timbre de mi voz, no se trata de su tono, se trata del mensaje (¿Qué mensaje doy a mis ovejas?). Ellas merecen seguir un mensaje de vida, de fe y de esperanza, ellas necesitan saber que el ser humano no es producto terminado y que su vida tiene un propósito, ellas necesitan una voz pero también un estilo de vida.
Ser pastor de las ovejas implica ser un maestro que ama al Dios de la vida, dirigirlas hacia El. Sólo al lado del perfecto encontraremos las respuestas que requiere nuestro inquieto corazón.
Si hemos sido hechos por El, como decía Agustín de Hipona, nuestra vida estará inquieta hasta que descanse en El. Yo, maestro cristiano, descanso mi vida, mis proyectos, mis deseos, mis pensamientos, mi diaria planificación en la perfecta voluntad de Dios. Me alineo a sus principios y vivo conforme a ellos sabiendo que ese estilo de vida guiará a mis ovejitas a la fuente del amor eterno.
¡Esa es la mejor voz!, la voz que grita desde lo más profundo del hombre, su vida consagrada, su vida entregada en manos de Dios. Maestro, hazlo por tus ovejas, hazlo por su futuro, hazlo por aquellas ovejas que no conoces y serán atraídas a Dios por aquellas a quienes tu haz sabido guiar con excelencia.









“Si me mueve el cielo, Señor para adorarte
Muéveme tu grandeza, tu gloria indescriptible
Tu Cruz voluntaria, tu redención
El poder que posees y resucita
Resurrección del alma, criatura nueva
Que vuelve a la luz, a la casa del Padre.
Muéveme tu delicadeza de pastor
Entre la multitud conoces mi interior
Ves mi corazón
Ningún detalle mío te es ajeno
Mi voz te es conocida, tu voz me atrae
Padre delicado, amante y celoso de los suyos.”

Torrentes de agua viva


“Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.”
Juan 4, 14
Jesús se manifiesta al hombre como la fuente de agua imperecedera, fuente de agua de vida, fuente a la cual acudir a saciar la sed del alma, sed interior, sed de paz y de reposo.
Debo decidir ser agua, ser como un torrente, como un río, a mí acudirán las personas para beber, para saciar su sed… ¿Qué tipo de agua seré para ellas?
Puedo presentarme como agua en un río encausado; así, mis aguas bañarán las tierras contribuyendo a su fertilidad, podrán ser usadas para llegar hasta las ciudades y las casas convertida en energía, seré agua de vida, en mis entrañas nadarán las necesidades y anhelos de mi prójimo…saciaré dando paz y libertad.
Puedo presentarme como un río caudaloso cuyas aguas, al salir de su cauce, pierden el control inundando la tierra, arrasando con todo aquello que con esfuerzo el hombre ha sembrado, entonces dañaré, mis aguas serán causa de muerte y destrucción, en mis entrañas descasarán el fango y los restos de lo que a mi poso arrase…destruiré causando caos y desconcierto.
Seré como el agua de mi fuente, mi fuente es el Señor. Me hago agua y nuestras aguas se entremezclan, ya no se distinguen más, somos agua de la misma calidad, agua de vida, de amor, de perdón, de paz, de gozo y de misericordia…agua de vida eterna.
De esta agua de vida mis alumnos beberán para saciar su sed, les presentaré a Jesús, les daré a beber de su fuente que es mi propia fuente, experimentarán entonces la saciedad que solo El puede dar.
Mi vida es determinante para la formación de otras vidas, debo cuidar mi corazón, debo garantizarle agua pura, agua de la fuente de vida; solo así lograré presentar a Dios desde el desarrollo de mi vocación. He sido llamado a conducir y debo hacerlo en el Nombre de Jesús. La mediocridad, la vida sin sentido, la permisividad, el empirismo y la carencia de planes son “lujos” que no me puedo dar, no hay tiempo que perder. ¡He sido llamado a transformar!



“Señor, la voluntad es solo tuya
Mi voluntad subyace en ella
En libertad, con paz, con alegría
Mi voluntad descansa en ti
En tu palabra, en tu infinita sabiduría.
Quiero hacer lo que te agrada
Vivir de ti, en ti y para ti
Navegar en aguas cristalinas
Navegar en tu amor
Beber de tu manantial de vida
Gozar de la frescura plena de tu Espíritu
¡Mi voluntad es tuya!
Soy tu amigo
Haz muerto para resucitar
He resucitado en tu poder”

Dispuesto a servir


“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo”
Filipenses 2,5.

Para servir debo comenzar por renovar mi mente, esto es cambiar mis pensamientos y actitudes.
Es más importante el “Por qué” de las cosas que hacemos que “lo que hacemos” en sí. Las obras de tus manos son importantes, pero son más importantes tus actitudes y motivaciones.
Como maestro debo pensar más en mis estudiantes que en mi mismo. Debo enfocarme en ellos; esto es “Dar mi vida”, olvidarme de mí para dedicarme a otros. Solo cuando dejo de enfocarme en mis propias necesidades soy capaz de notar las que existen alrededor y puedo decidir hacer algo al respecto.
No podré servir con calidad y excelencia si estoy lleno de mí mismo, si solo construyo una experiencia auto gratificante, si deseo gustar a los demás, ser admirado o manipular para tener la “Sartén por el mango”.
A veces pasamos mucho tiempo pensando en nuestro potencial, habilidades y en cuan nobles y maravillosos somos. A menudo deseamos que Dios bendiga nuestros planes sin tener certeza que aquello que estamos haciendo forme parte de su voluntad para nuestras vidas.
Estar dispuesto a servir desafía el problema básico del ser humano: Su natural egoísmo.
Servir nunca es una carga, siempre es una oportunidad que me confronta día a día poniendo ante mí dos caminos: Uno hacia la satisfacción de mis propias necesidades y otro hacia la satisfacción de las necesidades de los demás.
¿Debo entonces el cuidado que merezco como creación de Dios? ¡No!, es que en una actitud de confianza en Dios pondremos en sus manos todas nuestras necesidades naturales y espirituales buscando en El la perfecta fuente de provisión.
Debo permitirle a Dios usarme para su propósito y esforzarme en esta lucha, pues la humildad me muestra diariamente lo que soy y lo que tengo en Cristo dándome lecciones que debo volver a aprender una y otra vez.
(Adaptado de “Una vida con propósito”)


“Un pequeño paso…
Un paso de amor
Un paso de fe
Un paso de entrega
Un paso de confianza
Un paso de poder
Un paso largo
Un paso corto
Un paso firme
Un paso hacia el prójimo
Un paso con ansias de servir
Un paso feliz
Un paso de perdón
Un paso de vida
Un paso de triunfo
Un paso de gloria
Un paso de luz
Un paso de vencedores
Un paso con Dios”

Soy un simple administrador, no soy el dueño

“Mientras más te acerques a Cristo menos necesitarás promocionarte”
Todo le pertenece a Dios. A nosotros se nos ha confiado cuidar personas. El servicio de la vocación a la que hemos sido llamados y nuestra fidelidad van de la mano. Dios espera tener en nosotros a personas dignas de su entera confianza.
Cada vida es parte de un tesoro que debemos cuidar. Cada vida es una joya preciosa, a lo menos un metal rudo a espera de ser pulido entre tus manos. Tu haces la tarea, pero es Dios quien la inspira...¡Ese es el secreto de tu éxito!.
Para hacer la voluntad de Dios necesitas conocer sus planes y El tiene dos formas de dártelos a conocer: A través de su Palabra viva y mediante la oración personal que te lleva a la comunión. No lo olvides, comunión es común unión.
Estar unido a El implica conocerle cada vez más, seguir al pie de la letra sus indicaciones, dirigir la mirada a Jesús, abrir mis oídos a su mensaje, dar todo lo mío: Mi espíritu, mi alma y mi cuerpo por entero, mis habilidades, en fin, todo mi potencial. Recuerda todo lo has recibido por gracia y de la misma forma, gratuitamente, debes compartirlo con los demás.
Tenemos una serie de dones y talentos, somos de valor incalculable a los ojos de Dios, pero cada virtud recibida tiene un propósito que necesitamos descubrir. En conjunto son la bendición de Dios para cumplir nuestra labor pero, ¿Seremos concientes de cada una de ellas de manera individual?.
Nacer, madurar, trabajar para el pan, disputar para ganar ventajas sobre el prójimo, envejecer y , por último, morir. Según el escritor Mark Twain, la vida de la gran mayoría de los seres humanos no consiste en nada más importante que lo representado por estas breves palabras. Afirma que, al final de sus vidas vacías, a los muertos de la gran masa de la humanidad se les llevará luto por un día y luego serán olvidados para siempre.
Para nosotros existe una alternativa a esta visión puramente materialista: El camino trazado por Jesús hace dos mil años; el mismo camino que nos toca hoy recorrer desde las aulas, acercando a nuestros estudiantes a su realidad natural y espiritual.
“Alegre en tu pequeñez
Serviste de contraste
Al universo altivo.
Descubriste el fundamento
De tu grandeza.

Alegre en tu pequeñez
Necesitaste ser pequeño
Pensando en la grandeza de Dios.
Te alzaste sobre las montañas
Sobre lomas, colinas y cerros.

Alegre en tu pequeñez
Sonreíste al prójimo
Y, aunque triste o en agonía.
Superaste obstáculos
Mostrando el triunfo de Dios.

Alegre en tu pequeñez
Amaneciste con la ilusión
De no apagar tu luz en las tinieblas.
Pusiste tus ojos en Cristo
Descansando en su paz y sosiego.

Alegre en tu pequeñez
Reconociste la gracia de Dios
Reposando en su justicia.
Conociste la alegría misteriosa
De proclamar sus eternas maravillas”

Mi confianza está puesta en Dios

”Aunque pase por quebradas oscuras no temo pues tú estás conmigo”
Salmos 23.
Uno de los errores más frecuentes que cometen los hombres es poner su confianza en otros seres humanos olvidando su debilidad y natural tendencia a fallar. Podemos decir, en general, que todos tenemos confianza en determinadas personas. Si no fuera así, la vida sería imposible, empezando por la vida familiar.
Es imposible que exista convivencia humana sin que exista cierto grado de confianza entre las personas. Aunque nuestra confianza pueda ser cautelosa o limitada a ciertos aspectos, todos, de una u otra manera, confiamos en nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, jefes, etc.
Pero ¡cuántas veces hemos sido defraudados! ¡Cuántas veces la persona en quien más confiábamos comete un grave error que nos perjudica, o nos vuelve las espaldas cuando más la necesitamos! ¡O peor aún, nos traiciona!
No hay quien no haya pasado por este tipo de experiencias muy dolorosas y hasta traumáticas, cuando la persona que nos falla es precisamente la que más amamos.
Pero no deberíamos sorprendernos ni quejarnos de que eso ocurra porque es inevitable que las personas fallen. Es inevitable porque el ser humano es por naturaleza falible, limitado, sujeto a error, egoísta, desconsiderado. Tiene que ocurrir un día. Nos fallan porque nosotros también fallamos.
Sólo hay un ser que es en quien podemos confiar enteramente nuestros secretos sin temor de que los divulgue. Sólo hay un ser que no es limitado ni falible, que no puede cometer errores y que no es egoísta, sino, al contrario, absolutamente desinteresado y que, además, nos ama infinitamente. Ese ser es Dios.
Pero tendemos a poner nuestra confianza en seres humanos porque son ellos los que tenemos a nuestro lado, a quienes vemos, a quienes amamos. Muchos dicen: «A Dios no lo vemos, no sabemos donde está; ni siquiera sabemos si nos oye; y si lo hace, no sabemos si quiera si nos hace caso.»
Dicen eso porque no conocen ni tratan a Dios y por eso no tienen la fe que deberían tener. Se preguntan: «¿En dónde estará Dios?¿en qué confín del cielo?»
Generalmente nuestra confianza en las personas depende de cuánto las conocemos. A medida que tratamos a la gente inconscientemente la juzgamos y evaluamos hasta qué punto podemos confiar en ellas. Adquirimos también cierta experiencia. Si hemos encargado a un compañero de trabajo diversas tareas y responsabilidades y siempre las hace bien, terminará por convertirse en nuestro compañero de confianza.
La confianza nace y crece con el uso. Y hasta cierto punto todos terminamos amando de alguna manera a las personas en quienes confiamos precisamente porque confiamos en ellas.
Tener alguien en quien podemos realmente confiar nos da seguridad, y ¡qué triste es cuando no se cuenta con nadie en quien poner nuestra confianza! Pero si conociéramos a Dios, si realmente lo conociéramos, entonces sabríamos por experiencia cuánto podemos confiar en él. Conoceríamos a alguien en quien realmente sí podemos confiar a ciegas.
Supongamos que ponemos nuestra confianza en una persona, en su apoyo, conocimiento, consejo, influencia, y dinero. Cuando muera y ya no este allí todo su conocimiento, todo su influencia, todo su poder, todas sus intenciones de ayudarnos, se las tragó la tierra, desaparecieron. Ya no puede hacer nada por nosotros.
Pero Dios nunca desaparece, nunca nos falta, siempre está allí.Hay tres razones por las cuales podemos confiar en Dios sin límites:
· Dios todo lo puede y para él no hay nada imposible.
· Dios todo lo sabe y sabe mejor que nosotros mismos qué es lo que más nos conviene.
· Dios nos ama con amor infinito y por encima de todo quiere nuestro bien.
Si Dios, pues, quiere nuestro bien, sabe cómo hacerlo y puede hacer todo lo que quiere ¿cómo no confiar en Él? Esto no significa que no debemos confiar en nadie ni apoyarnos en nadie. La vida sería imposible si no pudiéramos contar con las personas ya que Dios las ha puesto ahí para ayudarnos y nosotros, a su vez, las ayudemos. Pero ¿en quién confiamos primero? ¿En quién confiamos más? ¿En Dios o en el hombre?.
Si sobreviene de improviso un problema serio que nos angustia,¿a quién llamo? ¿A mi abogado?¿A mi amigo? ¿A mi tío que tiene mucha influencia?
Confiar en Dios te dará serenidad en el momento crítico.¡Jesús! es un grito que ha salvado a muchos de situaciones difíciles. Ten su nombre bendito a la mano.
¿Y cómo lo tendrás a la mano si no lo tienes en el corazón? Si conociéramos a Dios, sabríamos cuánto podemos confiar en Él en cualquier circunstancia. Pero ¿cómo le conoceremos si no le hablamos? ¿Cómo le conoceremos si no tratamos con él?
Cuando le hablemos como a un amigo, empezamos poco a poco a conocerlo, y aprendemos a escucharlo. Él nos habla siempre, el problema es que no reconocemos su voz entre las muchas voces que nos hablan. Él no habla necesariamente con palabras audibles pero sentimos en nuestro corazón sus respuestas y aprendemos a distinguir su voz.

“Cuando entre sombras camine
Cuando quebradas me rodeen
Cuando circunstancias amenacen
Cuando a mi hermano no sirva
Cuando a mi amigo le falle
Cuando golpee a los míos
Cuando me llene de ira
Cuando levante los ojos
Cuando una lágrima brote
Cuando un gemido se escuche
Cuando del alma una súplica
Eleve hacia ti con ansias de perdón
Recordaré, que tú eres perfecto
Que siempre me esperas
Que nunca me dejas
Que soy una oveja
Que tú eres pastor
Que nada ni nadie
Podrá alejarme de tu amor”

Tu llamado

“Señor, tu me examinas y conoces...”
Salmos 139.
Mi espíritu se alegra al saber de tu llamado de servir a Dios desde las aulas y a través de aquellas pequeñas vidas que ha puesto en tus manos. Pienso en tu decidida alegría, en tu vocación y en la valentía que pones al cumplir con tu misión.
Fuiste puesto en la tierra para aportar algo. No fuiste creado solo para comer, consumir, respirar u ocupar un lugar en el espacio. Dios te diseñó para que tu vida marcara la diferencia; para añadir vida a la tierra y no para quitársela.
Fuiste diseñado para servir y para hacer el bien. Antes de entretejerte ya Dios te conocía, te había elegido y apartado para tan delicada misión.
Estas puesto en este planeta para cumplir una labor importante y especial. Hay ciertas cosas que debes considerar:
· No eres un accidente, tu vida tiene un propósito.
· La manera en que valoras tu vida forma tu vida. La manera en que defines tu vida define tu destino.
· Estás de paso por este mundo.
· Todo es para Dios y para la gloria de Dios. Tu misión es agradar a Dios.
· Necesitas rendirte ante Dios y sus planes. El quiere ser tu amigo y espera todo de ti.
· Dios es real sin importar lo que sientas, está cerca aunque parezca distante.
· Eres llamado a pertenecer a la Iglesia, a hacer pertenecer a otros y no solo a creer. Sin comunidad no hay cristianismo. Cuidas la unidad de la Iglesia.
· El significado de tu vida es compartir.
· Dios quiere que crezcas, que te parezcas a El, que te dejes transformar por la verdad.
· En tu vida no procures tomar atajos es el camino de la madurez.
· Solo tú puedes ser tú. Dios te llamó a ti de manera particular.
· A Dios le encanta usarte aunque sientas debilidad y cansancio.
Querido maestro, es tiempo de hacer sonreír a Dios. El te ama, jamás lo olvides ¡Dios te ama!.


“No fue audible tu voz , Señor
Pero pude escucharla
La reconocí, Señor, la reconocí
Me movía en medio de la multitud
Y nada pudo evitarlo
Tu voz es más clara que el ruido
No gritaste, Señor, no lo hiciste
Simplemente me llamaste
Dijiste mi nombre
Y me hiciste descansar en tí
Así, reposando entre tus manos
Gozando y a la sombra de tus ramas
Ramas santas, sombra fresca
Conocí el significado de tu amor
Amor de madre
Manos rudas de alfarero
Que con delicados movimientos
Forma al hombre, al hombre nuevo
A tu imagen y semejanza
Hijos, ya no criaturas
Hijos tuyos, Padre.
Hijos tuyos”.

Construyamos la Escuela Cristiana

”Si no es Dios quien construye, en vano se afana el constructor”
Salmos

Dios nos invita a edificar su Iglesia edificando una nueva clase de escuela en la que todos nos sintamos hijos de un mismo Padre viviendo con caridad y justicia. ¡Manos a la obra!
Iniciemos la construcción, para ello necesitamos:
1.-El arquitecto.
Es Dios quien hace los planos y proyectos. Recuerda:"En vano se afanan los constructores sino es Dios quien construye la casa"(Sal 127).
2.-El plan.
El arquitecto desea que todos los hombres se salven desde ahora y no después de la muerte. El plan incluye que nos vayamos transformando en la imagen de Cristo viviendo en santidad.
3.-El terreno.
Edificaremos en la roca viva que es cristo. Sería absurdo edificar sin El. Sin Jesús no habría comunidad de vida. Recuerda, los más grandes edificios se construyen sobre los suelos más rocosos, nosotros lo haremos en la roca más fuerte.
4.-Los cimientos.
Estos serán la fe. Con fe nuestra escuela nunca se vendrá abajo y se mantendrá firme, sólida, segura. No puede haber casa sólida sin cimientos, no se puede edificar la nueva escuela cristiana sin fe en el señor.
5.-Las columnas.
Serán los principios cristianos revelados en la Palabra de Dios. Estos principios nos guiarán por caminos de santidad. La participación de la Iglesia como cuerpo de Cristo en la labor educativa permitirá el crecimiento de los agentes en calidad de vida cristiana, dando a la sociedad verdaderas lámparas vivientes.
6.-Las paredes.
Nosotros somos las piedras de este edificio, cada piedra es distinta pero todas sirven en la construcción. Están no solo juntas sino unidas por el cemento del amor, solo el espíritu mantiene esta unidad. Cada piedra cumple una función, pero unidas hacen acción. Los maestros somos parte de estas paredes.
7.-Las ventanas.
Nos permitirán mirar siempre al exterior, darnos cuenta que no somos isla, que tenemos un mundo que espera mucho de nosotros, que vive en la carencia y el desorden. Es en ese mundo donde viviremos lo aprendido en la escuela. Por tanto formaremos líderes, agentes transformadores de la sociedad y la cultura. Personas capaces de evangelizar las ciencias, las artes, la economía, la política y todas las actividades. Difícil misión nos espera, un reto, una necesidad, una promesa.La tarea parece imposible pero recordemos:”Lo que para el hombre es imposible, para Dios es posible”
“Maestro, hijo de Dios
Buscador incansable,
Hombre en camino
Estilo distinto de vida
Un modo de ser
Ser con los demás
Coherente con Dios y
con los hombres
En tiempos de crisis
En el ir y venir
Ondulante y pendular
De la historia de los hombres
Tiempos de caídas y decadencias
De sectarismos y escepticismos
De mucho ruido y poco silencio
De apariencias y poca interioridad
De instancias confusas
Y escasa trascendencia
Tiempos de hombres como tú
Seguidor de sus huellas
Maestro cristiano
Discípulo de Jesús.”

Una nueva manera de SER

“No vivo yo, es Cristo quien vive en mí”

El maestro es el verdadero artífice del cambio, no su simple instrumento. ¿Qué hacer para lograr nuestro fin y ayudar a otros en su logro? ¿Cómo construir una guía de conducta, un punto de referencia?... solo lo haremos teniendo muy claras y vivas las actitudes que pide el mundo de hoy al maestro, actitudes que le capacitarán para nuevas funciones:
Actitudes de Búsqueda, Confianza, Diálogo, Respeto, Amor, Apertura, Reflexión, Compromiso, de una gran Fe en la propia vocación, y de poner a CRISTO en el centro de nuestra pedagogía, porque Él es el único Maestro.
1.- Actitud de búsqueda de conocimiento:
Para saber a dónde vamos, con clara imagen de nuestro origen y nuestro destino: no podemos formar al hombre para vivir por vivir. No basta el “hombre arrojado en el mundo” de Heidegger. Creemos en el hombre cuya vida tiene un sentido y cuya naturaleza y espíritu constituyen una unidad. Hay que tener el valor de volver a las fuentes originales de nuestra dignidad y descubrir cuál es el sentido de lo que hacemos y de lo que hacemos hacer; para tener claro a quiénes estamos ayudando: cómo son, cómo viven o cómo no viven e interesarnos por ellos. Saber que estamos al servicio de las personas y de la sociedad, en ellas.
Afirmar a los demás en lo que son y pueden llegar a ser; enseñar a conocerse a sí mismos, despertarles la conciencia del valor que les otorga su dignidad, promover las libertades, y buscar que cada uno sea, con un sentido propio.
2.- De confianza:
Creer en nuestras posibilidades, tener fe en nuestra Misión. Sabernos invitados, llamados, elegidos, para llevarla a cabo. Pero, creer también en las posibilidades de nuestros alumnos, teniendo fe en su capacidad de crecimiento.
Este acto de fe es el fundamento del acto educativo y la actitud ética que corresponde es el hacer todo lo que podamos para ayudarles a que construyan su persona como seres libres y responsables, no cayendo en la trampa de pedirles la prueba de nuestra eficacia. Confianza en los compañeros que comparten con nosotros un mismo compromiso; confianza en los directivos, confianza en las familias, y la de ellas hacia la escuela.
Necesitamos ser hombres y mujeres de gran confianza y confiables en la doble vertiente: de competencia profesional y de actitud íntegra. Tenerla y poder darla, en situaciones tan cambiantes. Ser testigos creíbles, porque somos, hombres justos, más humanos, y más preparados.
Ser hombres confiables es dar paso a la esperanza porque la confianza engendra confianza. El temor, la duda y los “controles” engendran a su vez temores y posturas defensivas.
Todo lo anterior nos llevará a conocer, más profundamente, a motivar continuamente, a hacer y a tener ideas siempre nuevas permitiendo que otros las tengan, suscitando la confianza en sí y su autoestima, porque confiamos en ellos.
3.- De diálogo:
Ser una presencia concreta (no hablar como libro ni ser abstracto como el mensaje de los medios). Interesarse por los alumnos es establecer otro tipo de relación que la jerárquica: es estar disponible, ser alguien próximo que aclara, que explica, que orienta, y ofrece sus puntos de vista: alguien que sabe que no todo se aprende a la primera y por ello se ajusta a las circunstancias: alguien cooperativo y que participa a los demás sus saberes, sus dudas, sus emociones, sus inquietudes y sus ideales: alguien que invita a la comunicación y al diálogo.
Antes que especialistas somos maestros de humanidad, pues no hay ni un minuto neutro en la vida de cada hombre: este es nuestro gran servicio. Enseñamos a ser hombres, manifestándonos: todos pertenecemos al género humano, siendo hombres y mujeres, pero lo que de verdad nos diferencia es la manera de ser hombres y mujeres en el mundo, por las respuestas personales que damos.
Hacer de nuestra docencia, un lugar de vida y de trabajo, un espacio de encuentro y de intercambio, creando una relación con bases intelectuales; favorecer la comunicación y la acción responsable, enseñando con humor, que es el condimento humanizante de las relaciones personales.
4.- De respeto:
Respeto en todas sus facetas, respeto a las personas y a sus derechos, lo cual supone la aceptación de cada uno como es. Acoger y aceptar al otro es potenciar y obliga a conocerlos individualmente, descifrarlos psicológicamente, para ayudarlos pedagógicamente. No se trata de volcar una afectividad que los alumnos no necesitan. Lo importante es que se sientan aceptados, acogidos y respetados. Con actitudes de acogida se crean ámbitos de expresión y cuando se da la expresión personal, se dan procesos muy constructivos y creativos.
Así como decíamos más arriba que la confianza engendra confianza, la aceptación engendra compromiso así como las actitudes de rechazo conducen a la pasividad y a la nada.
Cada maestro ha de constituirse en promotor del ser individual de cada uno, que sabe escuchar y valorar críticamente, porque ama a cada uno como es, e invita a cada uno a ser cada vez más, él mismo.
5.- De apertura
Que es amor a la verdad, lo que nos convierte en reveladores de la verdad. La verdad como búsqueda continua, porque el hombre es capaz de encontrarla. Apertura que lleva a vivir el cambio como algo propio y permanente que justifica la actitud de búsqueda y estudio permanente. Atención a lo nuevo. Este amor a la verdad, nos llevará a conocer las cosas como son, con objetividad y profundidad, con humildad para cambiar o rectificar lo que debamos cambiar o rectificar. Abiertos a todo lo que nos haga crecer, buscando el progreso permanente, la superación personal. Y atreviéndonos a aceptar que estamos ante un cambio de época, no sólo de siglo. Ya no siguen siendo válidos ciertos parámetros de tiempos pasados.
Significa, igualmente, tener claro que estar informados no quiere decir que estemos actualizados. La información hay que convertirla en conocimiento para que merezca la pena; y saber que estamos en un momento de crisis, en el sentido de crecimiento, pero también en el sentido de desconcierto.
Debemos mediar ante los cambios liberando las fuerzas creadoras de nuestros alumnos, dándoles un sentido prospectivo y armándoles con estrategias de creatividad, participación y búsqueda. Ayudarles a convertir la verdadera información en verdadero conocimiento. Revitalizar en ellos la creencia de que podemos cambiar, que la sociedad puede cambiar. La desilusión por ciertas ideologías no significa que no existan otros signos de cambio, otras maneras para cambiar. Y para provocar dichos cambios, no tener miedo en poner metas altas a nuestros alumnos, y no quedarnos en la mirada miope de los objetivos a corto plazo.
6.- De reflexión:
Dándose tiempo para pensar, para profundizar, para retomar ideas, para descubrir lo que nos ayuda a dar sentido. Darnos tiempo para pensar, porque no le tenemos miedo al interior. Darnos tiempo para recogernos y acoger, para buscar dentro de nosotros mismos y salir al entorno de los demás nuevamente, fortalecidos.
Reflexionar con los demás en la búsqueda de soluciones nuevas a problemas nuevos. Hacer pensar a los alumnos, y llevarlos a que se interpelen efectiva y también afectivamente; darles tiempos, crearles espacios para que reflexionen pues la reflexión lleva a la libre elección y a las nuevas soluciones.
7.- De amor:
Que se entrega y nos hace disponibles, que acepta al otro como es, y le desea su felicidad y su bien, Amor que busca el bien de los que amamos, de los que necesitamos porque los amamos, amor que nunca pasa factura. En fin, amor que sabe prender una luz de esperanza en medio de la oscuridad.
Esta actitud amorosa que nos lleva a preguntarnos cada mañana ¿a quién llevaré un poco de amor y esperanza?, nos impulsa a desarrollar, a perdonar, comprender, y enseñar que la vida solo tiene sentido cuando la llenamos de amor y de esperanza.
8.- De compromiso social:
Situando a los estudiantes en el horizonte espacio-temporal de la vida comunitaria, con unos valores, con una vida trascendente. No es posible educar sino es desde la referencia a valores . Reconocer los valores y asumirlos en una vida coherente con ellos, con un gran respeto por los valores de los demás. Se nos pide ser coherentes, ser hombres y mujeres de palabra y de hechos (La educación es un lugar de la palabra mantenida. Nada desacredita más a un maestro que decir algo y obrar al contrario). Ser coherentes nos da crédito y nos autoriza a exigir que nuestros alumnos lo sean.
Ser maestros cuyos gestos tienen siempre un mensaje, porque no somos neutros, porque tenemos convicciones y vivimos de acuerdo con ellas (respetando las de los demás), es no estar a la merced de cualquier influjo, es ser verdaderos testigos y auténticos misioneros. Tener convicciones significa tener una filosofía sobre sí mismo y del mundo y gracias a las cuales la persona que las tiene encuentra una manera razonable de comportarse, es decir de ser hombre.
Ser maestros es vivir la valentía de mostrar la verdad, siempre que necesite ser proclamada, ante quien sea y donde sea. Y este tema de la verdad, tiene su antesala en la vivencia. Será nuestro mejor servicio al hombre y a la sociedad, nuestra mayor fidelidad.
Podemos conducir al compromiso con las necesidades de la sociedad de la cual formamos parte. Fomentar la solidaridad y el servicio al bien común, que permita un mayor bienestar de nuestra historia individual y colectiva. Impulsar la toma de conciencia de no permanecer ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor, llevando a la acción cuando podamos y debamos actuar. El compromiso social es un ingrediente constitutivo del ser humano.
9.- De fe en su vocación personal:
Y porque la fe nos respalda y nos da fuerza, sabemos que podemos cambiar y hacer cambiar a otros. Sabemos en quién hemos puesto nuestra esperanza y de quién nos fiamos, en el único Bueno, con el que todo lo podemos.
Fomentaremos la mirada al interior, y allá en ese hondón, encontrar la fuerza para vivir y suscitar valores, que con la gracia de Dios dará sentido a cuanto hacemos. En resumen, es ejercer una Pedagogía del encuentro con Cristo, que hace dialogar la fe con la vida.





“Cuan diáfana belleza, Oh Señor
La de tu gloria manifiesta en Jesús
Y cuan gloriosa presencia
La de tu hijo en mi ser
Es tuya la gloria y mía también
Y toda mi gloria es tuya pues viene de ti
Yo no he creado tu gloria
Tú, Oh Dios grandioso, la posees innata
Mi gloria es la tuya la veo por fe
Se manifiesta en mi herencia
Soy tu hijo, tu eres mi Padre bueno
Lo creo aunque no lo vea o lo sienta”

El significado de la educación cristiana

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”
Proverbios 22:6
Decir: Es ayudar a saber.
Enseñar: Es ayudar a saber y a creer.
Instruir y educar: Es ayudar a saber, a crecer y hacer.

El Señor Jesús, el Maestro de maestros, en su ministerio terrenal se dedicó más que todo, no a predicar, ni a enseñar, sino a entrenar.
Vivía con su grupo de alumnos, sus discípulos, y dirigía su vida y sus actividades. Se aseguraba que sus alumnos aprendieran sus enseñanzas y las pusieran en práctica.
Bajo la supervisión de Jesús los discípulos se desarrollaban, no sólo por los conocimientos que Él les impartía, sino porque El mismo vivía lo que enseñaba; a ellos les daba la oportunidad de poner en práctica lo que habían aprendido.
Gonzalo Báez Camargo en su libro “Principios y Métodos de la educación cristiana” nos da la siguiente definición: “La educación cristiana es el proceso por el cual la experiencia, es decir, la vida misma de la persona, se transforma, se desarrolla, enriquece y perfecciona mediante su relación con Dios en Jesucristo”.
No es suficiente que los alumnos lleguen aceptar los principios de nuestra fe en una forma mecánica y abstracta. No basta que adopten las leyes morales del cristianismo tratando de poner en práctica las enseñanzas de Jesús. Todo esto está incluido, pero es mucho más.
Es necesario que cada persona, niño, joven o adulto, llegue a situar en el centro de su vida y experiencia a Dios revelado en Jesucristo. Que cada uno llegue a sentir esa misma experiencia de San Pablo cuando dijo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
Enseñar es plantar la semilla, pero educar es cuidar la planta hasta que llegue a la madurez. La enseñanza da conocimiento; la educación forma el carácter.
Deseo que nosotros no nos conformemos con dedicarnos únicamente a plantar la preciosa semilla de la Palabra de Dios en los corazones de nuestros estudiantes, sino que nos esforcemos en cuidar esa semilla hasta verla germinar, crecer y llevar fruto para la gloria de nuestro Dios. Sólo así estaremos cumpliendo con nuestro deber de ser instrumentos en la formación de un carácter cristiano en nuestros alumnos y en nuestros hijos.
Recordemos que el mandato de Dios para nosotros es: “Instruye, educa...”. Ojala podamos ver nuestros errores y podamos enmendarlos con la ayuda de nuestro Dios y que nos prestemos a ser los instrumentos usados por el Espíritu Santo para ayudar a la formación de vidas. Ese es el verdadero significado de la educación cristiana.








“Voluntad, amor, sabiduría
Escondidas en lo profundo del alma
Cuna de lo bueno y lo perfecto
Muestra de lo que en esencia soy.
Al cerrar lo ojos cada noche
Al sentir la pausada voz en la mañana
Cuando la aurora llega
Y el nuevo día comienza
Me gozo de nuevo en tu paz
Dulce voz que
Cual bella melodía
Interpreta de mi propio pentagrama
Melodías suaves y diversas
Y tú, Señor
Interpretando tu mejor canto cada día
Permites que tome
Los mejores frutos de tu árbol
Árbol de vida
Savia pura
De tu mejor esencia
Esencia buena
Que atesora tu Espíritu
Entonces
He de recordar sólo cosas buenas
Cosas que iluminen mi vida
Vida, mi eterno presente
Vida, oración de amor y de alegría
Vida, himno al noble creador.”

La promesa del maestro

“Que tu sí sea sí…”

Decidamos practicar los principios propios de un estilo de vida renovados, un estilo de vida que sea luz para las tinieblas y sal que de sabor a un mundo desabrido y sin propósito.
1.- Trataré en todo tiempo de vivir una vida que se manifieste como un digno ejemplo a mis discípulos.
2.- Seré fiel a mi llamado y a mi vocación, aceptando los retos del camino y practicando los valores que propongo vivir.
3.- Motivaré constante mente la actitud transformadora en mis discípulos, una actitud que cambie al mundo a través de hombres y mujeres dispuestos a asumir el liderazgo.
4.- Compartiré mis planes con otros maestros, apoyaré a mis compañeros en nuestro mutuo trajinar y me dejaré guiar por aquellos que han logrado mayor experiencia.
5.- Haré planes que me permitan pasar cuanto menos dos horas cada día en la preparación de mis lecciones. No creo en la improvisación.
6.- Serviré a cada estudiante, a todos, pero a cada uno. Me vincularé con ellos, mi deseo es llegar a conocerlos para ser de gran utilidad.
7.- Haré de Cristo el centro de mi clase. Proclamaré que la vida del hombre sin Dios está incompleta y que solo su luz, su verdad y su vida nos garantizan la real felicidad negada a aquellos que no creen.
Hombre que tienes talento
Dime, ¿Dónde lo compraste?
El mundo te reconoce
Imaginación brillante
Pero, ¿Cómo has adquirido
Ese don tan admirable?
Tal vez cultivas las ciencias
Y aun descubrimientos haces
Pero, ¿Cómo has poseído
Esa aptitud envidiable?
Por ventura te consagras
Al cultivo de las artes
Y alcanzas preciados lauros
En concurridos certámenes
Mas, ¿Elegiste tu mismo
Porque tuviste a tu alcance
Esa facultad preciosa
Que el mundo admirado aplaude?
Nada debes a ti mismo
Cuanto tienes, cuanto vales
A tu Espíritu ha venido
De un modo que nadie sabe
Mas de quien viene sabemos
De quien es de las luces padre
Autor de los mejores dones
Que como quiere reparte
Si todo lo has recibido
De nada debes gloriarte.

Maestros de hoy

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece"

En la educación de nuestro tiempo debemos precisar un factor importante: el verdadero maestro, es aquel que da igual valor al sujeto que al objeto de conocimiento. Es decir, busca siempre adquirir más competencias en su materia, al mismo tiempo que aspira llegar a conocer y amar a sus alumnos.
Tal concepción, precisa dos cosas:
a) Ser competentes: Entendamos que la competencia se da por el conjunto de habilidades que nos permiten el logro de la verdad. Somos formadores de competencias pero, es preciso comunicar antes que nada el gusto por la verdad. El hombre es creado a imagen de Dios por su aspiración a la verdad. Cuando afirmamos serenamente y con respeto nuestro compromiso por la verdad, no podemos dejar de tocar lo que es una de las aspiraciones más íntimas de nuestros educandos. Tal aspiración podrá ser ofuscada, en un momento dado, pero nada ni nadie podrá aniquilarla.
b) Conocer y amar a nuestros estudiantes: Para formarlos necesitamos amarlos. El amor constituye el principio y el fin de nuestra misión educativa y docente. Amar, es tender hacia el bien. Esta búsqueda del bien de aquellos que nos están confiados supone corresponderles con nuestra persona y no solamente con nuestra inteligencia. El alumno necesita, en su crecimiento, relaciones personales con educadores significativos; el mismo aprendizaje tiene mayor incidencia en su vida si va impregnado de un compromiso personal, de reciprocidad auténtica, de coherencia en las actitudes. No somos plenamente hombres sino labrados a la imagen del único y verdadero hombre: Cristo.
c) Ser humildes de corazón: No seremos plenamente maestros sino situándonos en la escuela del maestro de maestros que dice: “Yo soy manso y humilde de corazón”, y justamente lo que la escuela necesita son maestros de esta talla: Mansos.
Necesitamos entrar en la escuela de Cristo y, como El, con paciencia incansable, repetir las mismas verdades fundamentales a nuestros niños y jóvenes estando siempre prontos a tener misericordia antes que hacer justicia. Esta dulzura se traduce en una atención particular del maestro a los más desfavorecidos y en el perdón generoso ante los golpes e injusticias que se llega a sufrir en esta misión de educar. Un maestro no será verdaderamente maestro si no permanece como estudiante, como discípulo de la Verdad. Estudiante y maestro están sometidos a la Verdad. La humildad es la viva conciencia y la práctica de la verdad. Ser humilde es aceptar con alegría todas las cosas que Dios dice que soy, todas las cosas que Dios dice que tengo y todas las cosas que Dios dice que puedo. Es también aceptar las propias limitaciones, errores, e ignorancias y declararlas. Una buena muestra de humildad es tratar con caridad y dulzura a los padres en su responsabilidad. Dedicar tiempo para escucharlos, sólo así se podrá constatar que más allá de cuestiones anodinas y de actitudes agresivas, ellos tienen interrogantes y preocupaciones, no siempre fáciles de compartir. La humildad que se fundamenta en el propio reconocimiento, lejos de minar nuestra autoridad, la establecerá más fuertemente.







Dios es Amor,
Verdad inconfundible.
Dios es Amor
Y es tal su inmensidad,
que ante su Amor no existe el imposible,
y al pecador le ofrece eterna Paz.
Dios es Amor,
y lo es, de tal manera,
que a Su Hijo dio por mi vida redimir,
y en cruz murió para que yo tuviera
en su mansión, eterno porvenir.
Dios es Amor
Más lo que no comprendo,
es que el mortal rechace su Bondad.
Desprecie el don de Dios,
y esté escogiendo
su perdición por propia voluntad.
Dios es Amor,
y mi alma lo celebra
dando alabanzas a mi Salvador.
Por su Bondad cambió mi vida entera,
y hoy brilla en mí el fuego de su Amor.

La primera escuela del maestro

“ con sabiduría se edificará la casa “
Proverbios 24,3

Antes de decidir ser maestros nuestra vocación se mostró en medio de una familia. Hoy, nuestra vocación se desarrolla primero en nuestras casas y después en nuestra escuela.
Es en la familia donde hemos recibido la formación que determina el estilo de nuestro magisterio; todos los valores que necesitamos practicar, las habilidades para relacionarnos, la capacidad de perdonar y amar en toda circunstancia, la identificación con un espacio y con sus costumbres... nuestra primera experiencia formadora se realizó en casa y nuestros padres fueron los responsables directos del hecho.
No se trata de juzgar la calidad de la formación de tus padres, con el buen uso de tu razón y con la ayuda del espíritu santo sabrás superar y mejorar lo recibido; pero sin lugar a dudas tu eres y tienes de lo que recibiste en casa a través de tu familia.
Un maestro que quiera ejercer liderazgo en la escuela debe primero ejercerlo en medio de su propia familia. Recuerda, ser maestro no implica tanto dar conocimientos como vivir de acuerdo a un estilo inspirador en medio de un mundo de inspiraciones frágiles y falsas.
¿Puede un maestro casado enseñar algo bueno si no cumple con sus funciones de esposo y padre? ¿Puede un maestro soltero formar seres distintos y de calidad si no es capaz de dar amor, respeto y sustento a sus padres?. La respuesta es no; esto debe merecer de parte nuestra una seria reflexión.
Se nos pide ser sal que de sabor a la tierra y luz que ilumine en medio de las tinieblas, el primer lugar que debemos sazonar e iluminar es el seno de nuestro hogar.
Un maestro que siendo padre que sitúa como líder, ejemplo y maestro de sus hijos; un maestro que como esposo sea la cabeza de su familia así como Cristo es cabeza de la Iglesia; un maestro que como esposo ame a su esposa y cuide de ella como a un vaso más frágil; un maestro, esposo y padre que camine de la mano con los suyos, aconsejando, corrigiendo, alentando... Ese es el tipo de ser humano, de hombre y maestro que el mundo necesita.
Un maestro que ame a sus padres reconociendo que en tal amor hay una gran bendición; les sustenta, les protege, les ama sin cansancio, no juzga, no destruye, es paciente... ese es el tipo de maestro que rompe los esquemas dudosos impuestos por nuestras sociedades y se sitúa como una esperanza para todos aquellos que aún creemos que el ser humano no es un producto terminado.
No puedes ser luz en la escuela y oscuridad en tu casa, debes ser luz en tu casa, luz en medio del mundo, luz para todos tus amigos y desconocidos que te observan y finalmente, luz en tu escuela, luz que aliente, de calor e ilumine el camino de tus estudiantes.
Parece difícil, ¿verdad?, pero no lo es. Todo lo podemos en cristo que nos fortalece, pon tus dudas y temores en las manos amorosas del Padre y descansa en su paz y en su amor; por sobre todo confía, no dejes de hacerlo jamás, Dios te ama, tu solo confía.

“Jesús es alfarero
Y es además restaurador
Restaura vasijas rotas,
Las hace nuevas,
Sólo El tiene poder para hacerlo.
Es Dios de nuevas oportunidades
no se ha ido,
La vasija de barro que hacía
Una vez se echó a perder
Pero ha vuelto a sus manos.
Echa afuera el temor
La rueda ya está girando
Y las manos mas hermosas,
Las mas cuidadosas
Están formando tu vasija
Permítele obrar
Ríndete a El
No temas
Déjale obrar”.

Un comentario final


Las próximas reflexiones las escribirás tú. Las próximas páginas son tuyas. Serás tu quien dirá de lo bien que se camina con Cristo, de lo felices que nos hace, pero del servicio que nos permite realizar.
El espacio es siempre escaso, pero el maestro vive día con día, formando, siendo ejemplo y, en Dios, renovando sus fuerzas.
No creas que el sentido de todo lo anterior es someterte a una dura carga haciendo de tu vocación una cruz pesada. La cruz ya fue cargada, el sacrificio ya fue hecho, todo para que tu obtuvieras libertad y paz. No quiero verte como un mártir, el único mártir es cristo que entregó su vida por ti, por mí y por todos.
Cuando caigas levántate de inmediato, no dejes pasar el tiempo, pide y da perdón de manera oportuna, que el tiempo no se vuelva tu enemigo, tu eres como un mayordomo, no eres el verdadero dueño, administras, la visión es de Dios, la misión es toda tuya.
Ora por mí, oraré por ti. Oremos por nuestra misión, que seamos siempre útiles, que nuestro corazón esté siempre dispuesto a ser moldeado.
Abramos siempre nuestra mente, nuestro entendimiento, nuestros pensamientos, anhelos y deseos haciendo que estén sometidos con gozo a los planes, deseos y voluntad de Dios.
No hagas lo que quieras, no hagas lo que creas bueno, actúa después de estar en comunión con tu Dios y harás lo que El quiere.
Nunca lo olvides...¡TODO COMIENZA CON DIOS!

" Creo en ti amigo
Si tu sonrisa es como un rayo de luz
que alegra mi existencia.
Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos.
Creo en ti amigo
Si compartes mis lágrimas
y sabes llorar con los que lloran.
Si tu mano está abierta para dar
y tu voluntad es generosa para ayudar.
Creo en ti amigo
Si tus palabras son sinceras
y expresan lo que siente tu corazón.
Si sabes comprender mis debilidades
y me acompañas en todo momento.
Creo en ti amigo
Si tienes valor para corregirme amablemente.
Si sabes orar por mí,
Como oro yo por ti,
y brindarme buen ejemplo.
Creo en ti amigo
Si tu amistad me lleva a amar más a Dios
y a tratar mejor a los demás.
Si no te avergüenzas de ser mi amigo
en las horas tristes y amargas".