"Todo comienza con Dios" - Reflexiones para maestros cristianos

¿Has pensado alguna vez que Dios es el centro del proceso educativo?

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Location: chiclayo, lambayeque, Peru

Martín cabrejos Fernández.

Wednesday, October 11, 2006

Una nueva manera de SER

“No vivo yo, es Cristo quien vive en mí”

El maestro es el verdadero artífice del cambio, no su simple instrumento. ¿Qué hacer para lograr nuestro fin y ayudar a otros en su logro? ¿Cómo construir una guía de conducta, un punto de referencia?... solo lo haremos teniendo muy claras y vivas las actitudes que pide el mundo de hoy al maestro, actitudes que le capacitarán para nuevas funciones:
Actitudes de Búsqueda, Confianza, Diálogo, Respeto, Amor, Apertura, Reflexión, Compromiso, de una gran Fe en la propia vocación, y de poner a CRISTO en el centro de nuestra pedagogía, porque Él es el único Maestro.
1.- Actitud de búsqueda de conocimiento:
Para saber a dónde vamos, con clara imagen de nuestro origen y nuestro destino: no podemos formar al hombre para vivir por vivir. No basta el “hombre arrojado en el mundo” de Heidegger. Creemos en el hombre cuya vida tiene un sentido y cuya naturaleza y espíritu constituyen una unidad. Hay que tener el valor de volver a las fuentes originales de nuestra dignidad y descubrir cuál es el sentido de lo que hacemos y de lo que hacemos hacer; para tener claro a quiénes estamos ayudando: cómo son, cómo viven o cómo no viven e interesarnos por ellos. Saber que estamos al servicio de las personas y de la sociedad, en ellas.
Afirmar a los demás en lo que son y pueden llegar a ser; enseñar a conocerse a sí mismos, despertarles la conciencia del valor que les otorga su dignidad, promover las libertades, y buscar que cada uno sea, con un sentido propio.
2.- De confianza:
Creer en nuestras posibilidades, tener fe en nuestra Misión. Sabernos invitados, llamados, elegidos, para llevarla a cabo. Pero, creer también en las posibilidades de nuestros alumnos, teniendo fe en su capacidad de crecimiento.
Este acto de fe es el fundamento del acto educativo y la actitud ética que corresponde es el hacer todo lo que podamos para ayudarles a que construyan su persona como seres libres y responsables, no cayendo en la trampa de pedirles la prueba de nuestra eficacia. Confianza en los compañeros que comparten con nosotros un mismo compromiso; confianza en los directivos, confianza en las familias, y la de ellas hacia la escuela.
Necesitamos ser hombres y mujeres de gran confianza y confiables en la doble vertiente: de competencia profesional y de actitud íntegra. Tenerla y poder darla, en situaciones tan cambiantes. Ser testigos creíbles, porque somos, hombres justos, más humanos, y más preparados.
Ser hombres confiables es dar paso a la esperanza porque la confianza engendra confianza. El temor, la duda y los “controles” engendran a su vez temores y posturas defensivas.
Todo lo anterior nos llevará a conocer, más profundamente, a motivar continuamente, a hacer y a tener ideas siempre nuevas permitiendo que otros las tengan, suscitando la confianza en sí y su autoestima, porque confiamos en ellos.
3.- De diálogo:
Ser una presencia concreta (no hablar como libro ni ser abstracto como el mensaje de los medios). Interesarse por los alumnos es establecer otro tipo de relación que la jerárquica: es estar disponible, ser alguien próximo que aclara, que explica, que orienta, y ofrece sus puntos de vista: alguien que sabe que no todo se aprende a la primera y por ello se ajusta a las circunstancias: alguien cooperativo y que participa a los demás sus saberes, sus dudas, sus emociones, sus inquietudes y sus ideales: alguien que invita a la comunicación y al diálogo.
Antes que especialistas somos maestros de humanidad, pues no hay ni un minuto neutro en la vida de cada hombre: este es nuestro gran servicio. Enseñamos a ser hombres, manifestándonos: todos pertenecemos al género humano, siendo hombres y mujeres, pero lo que de verdad nos diferencia es la manera de ser hombres y mujeres en el mundo, por las respuestas personales que damos.
Hacer de nuestra docencia, un lugar de vida y de trabajo, un espacio de encuentro y de intercambio, creando una relación con bases intelectuales; favorecer la comunicación y la acción responsable, enseñando con humor, que es el condimento humanizante de las relaciones personales.
4.- De respeto:
Respeto en todas sus facetas, respeto a las personas y a sus derechos, lo cual supone la aceptación de cada uno como es. Acoger y aceptar al otro es potenciar y obliga a conocerlos individualmente, descifrarlos psicológicamente, para ayudarlos pedagógicamente. No se trata de volcar una afectividad que los alumnos no necesitan. Lo importante es que se sientan aceptados, acogidos y respetados. Con actitudes de acogida se crean ámbitos de expresión y cuando se da la expresión personal, se dan procesos muy constructivos y creativos.
Así como decíamos más arriba que la confianza engendra confianza, la aceptación engendra compromiso así como las actitudes de rechazo conducen a la pasividad y a la nada.
Cada maestro ha de constituirse en promotor del ser individual de cada uno, que sabe escuchar y valorar críticamente, porque ama a cada uno como es, e invita a cada uno a ser cada vez más, él mismo.
5.- De apertura
Que es amor a la verdad, lo que nos convierte en reveladores de la verdad. La verdad como búsqueda continua, porque el hombre es capaz de encontrarla. Apertura que lleva a vivir el cambio como algo propio y permanente que justifica la actitud de búsqueda y estudio permanente. Atención a lo nuevo. Este amor a la verdad, nos llevará a conocer las cosas como son, con objetividad y profundidad, con humildad para cambiar o rectificar lo que debamos cambiar o rectificar. Abiertos a todo lo que nos haga crecer, buscando el progreso permanente, la superación personal. Y atreviéndonos a aceptar que estamos ante un cambio de época, no sólo de siglo. Ya no siguen siendo válidos ciertos parámetros de tiempos pasados.
Significa, igualmente, tener claro que estar informados no quiere decir que estemos actualizados. La información hay que convertirla en conocimiento para que merezca la pena; y saber que estamos en un momento de crisis, en el sentido de crecimiento, pero también en el sentido de desconcierto.
Debemos mediar ante los cambios liberando las fuerzas creadoras de nuestros alumnos, dándoles un sentido prospectivo y armándoles con estrategias de creatividad, participación y búsqueda. Ayudarles a convertir la verdadera información en verdadero conocimiento. Revitalizar en ellos la creencia de que podemos cambiar, que la sociedad puede cambiar. La desilusión por ciertas ideologías no significa que no existan otros signos de cambio, otras maneras para cambiar. Y para provocar dichos cambios, no tener miedo en poner metas altas a nuestros alumnos, y no quedarnos en la mirada miope de los objetivos a corto plazo.
6.- De reflexión:
Dándose tiempo para pensar, para profundizar, para retomar ideas, para descubrir lo que nos ayuda a dar sentido. Darnos tiempo para pensar, porque no le tenemos miedo al interior. Darnos tiempo para recogernos y acoger, para buscar dentro de nosotros mismos y salir al entorno de los demás nuevamente, fortalecidos.
Reflexionar con los demás en la búsqueda de soluciones nuevas a problemas nuevos. Hacer pensar a los alumnos, y llevarlos a que se interpelen efectiva y también afectivamente; darles tiempos, crearles espacios para que reflexionen pues la reflexión lleva a la libre elección y a las nuevas soluciones.
7.- De amor:
Que se entrega y nos hace disponibles, que acepta al otro como es, y le desea su felicidad y su bien, Amor que busca el bien de los que amamos, de los que necesitamos porque los amamos, amor que nunca pasa factura. En fin, amor que sabe prender una luz de esperanza en medio de la oscuridad.
Esta actitud amorosa que nos lleva a preguntarnos cada mañana ¿a quién llevaré un poco de amor y esperanza?, nos impulsa a desarrollar, a perdonar, comprender, y enseñar que la vida solo tiene sentido cuando la llenamos de amor y de esperanza.
8.- De compromiso social:
Situando a los estudiantes en el horizonte espacio-temporal de la vida comunitaria, con unos valores, con una vida trascendente. No es posible educar sino es desde la referencia a valores . Reconocer los valores y asumirlos en una vida coherente con ellos, con un gran respeto por los valores de los demás. Se nos pide ser coherentes, ser hombres y mujeres de palabra y de hechos (La educación es un lugar de la palabra mantenida. Nada desacredita más a un maestro que decir algo y obrar al contrario). Ser coherentes nos da crédito y nos autoriza a exigir que nuestros alumnos lo sean.
Ser maestros cuyos gestos tienen siempre un mensaje, porque no somos neutros, porque tenemos convicciones y vivimos de acuerdo con ellas (respetando las de los demás), es no estar a la merced de cualquier influjo, es ser verdaderos testigos y auténticos misioneros. Tener convicciones significa tener una filosofía sobre sí mismo y del mundo y gracias a las cuales la persona que las tiene encuentra una manera razonable de comportarse, es decir de ser hombre.
Ser maestros es vivir la valentía de mostrar la verdad, siempre que necesite ser proclamada, ante quien sea y donde sea. Y este tema de la verdad, tiene su antesala en la vivencia. Será nuestro mejor servicio al hombre y a la sociedad, nuestra mayor fidelidad.
Podemos conducir al compromiso con las necesidades de la sociedad de la cual formamos parte. Fomentar la solidaridad y el servicio al bien común, que permita un mayor bienestar de nuestra historia individual y colectiva. Impulsar la toma de conciencia de no permanecer ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor, llevando a la acción cuando podamos y debamos actuar. El compromiso social es un ingrediente constitutivo del ser humano.
9.- De fe en su vocación personal:
Y porque la fe nos respalda y nos da fuerza, sabemos que podemos cambiar y hacer cambiar a otros. Sabemos en quién hemos puesto nuestra esperanza y de quién nos fiamos, en el único Bueno, con el que todo lo podemos.
Fomentaremos la mirada al interior, y allá en ese hondón, encontrar la fuerza para vivir y suscitar valores, que con la gracia de Dios dará sentido a cuanto hacemos. En resumen, es ejercer una Pedagogía del encuentro con Cristo, que hace dialogar la fe con la vida.





“Cuan diáfana belleza, Oh Señor
La de tu gloria manifiesta en Jesús
Y cuan gloriosa presencia
La de tu hijo en mi ser
Es tuya la gloria y mía también
Y toda mi gloria es tuya pues viene de ti
Yo no he creado tu gloria
Tú, Oh Dios grandioso, la posees innata
Mi gloria es la tuya la veo por fe
Se manifiesta en mi herencia
Soy tu hijo, tu eres mi Padre bueno
Lo creo aunque no lo vea o lo sienta”

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